lunes, 9 de noviembre de 2015

Tan joven y tan viejo




Después de prácticamente un año sin jugar, las últimas partidas que se le conocen a ritmo clásico son de la Superfinal Rusa del 2014, Alexander Morozevich reaparecía como uno de los participantes del Magistral Ciudad de Barcelona 2015. Tengo que reconocer que siempre he sido un fan de “Moro”. Con un juego diferente, táctico, precioso, que busca las complicaciones y rehúye de las líneas teóricas Morozevich ha contado constantemente con una legión de incondicionales seguidores allá donde jugara. Lo que no sabía era que Morozevich iba a encontrarme, aquel que en los rankings online el 24 de Agosto del 2008 fue número del mundo o el que había ido perdiendo paulatinamente fuerza de juego hasta caer de los 2700 y situarse en la 47ª posición de la clasificación mundial.

Alexander Morozevich durante el Magistral Ciudad de Barcelona
Alexander Morozevich durante el Magistral Ciudad de Barcelona
Después de ver como se desarrollaron las cinco partidas que Morozevich jugó en Barcelona creo que no fue ni uno ni lo otro. Ni nos encontramos con aquel Morezevich que barría con furia a todos aquellos que se le ponían por delante ni al que parecía darle todo igual y perdía partida tras partida sin sentido. Como diría el gran Joaquín Sabina en su conocida canción “Tan joven y tan viejo”:

Cada noche me invento.
Todavía me emborracho.
Tan joven y tan viejo, like a Rolling Stone.

Porque Morozevich, a sus 38 años, ganó pero no convenció. Fue el campeón del Magistral Ciudad de Barcelona pero empatado a puntos con el gran maestro paraguayo Axel Bachmann y solo porque el primer método de desempate fue el número de partidas con negras porque si llega a ser el resultado individual hubiese ganado Bachmann que derrotó a Morozevich en la última ronda. 

Alexander Morozevich, Hipólito Asis y Miguel Illescas en el post-mortem de la primera ronda
Alexander Morozevich, Hipólito Asis y Miguel Illescas en el post-mortem de la primera ronda
Ya en la primera partida vimos que Morozevich no era el de antes. Sin más se metió en una absurda complicación donde quedó con torre de menos. Y no es que Morozevich sepa gestionar con precisión el riesgo, como le he leído a algún famoso comentarista, la partida estaba totalmente perdida. Solo una combinación de nervios, apuros de tiempo y tensión consiguieron pasase de pérdida a tablas para finalmente decantarse a favor de Morozevich. Una locura que, a buen seguro, no habría funcionado contra un 2700.

En esta posición los módulos de análisis dan 5.25 de ventaja al blanco aunque acabó perdiendo
En esta posición los módulos de análisis dan 5.25 de ventaja al blanco aunque acabó perdiendo

Pero no solo de jugadores de élite vive el aficionado al ajedrez y el Magistral Ciudad de Barcelona nos ofreció bastantes cosas más. Hay dos finales que son dignos de mención.

El primero fue el que enfrentó a Marc Narciso contra Alex Bachmann. Tras una dinámica partida de ataque con enroques opuestos ambos jugadores firmaron tablas en la siguiente posición:

Juegan negras. ¿Tablas?, No, el blanco tiene una maniobra ganadora.
Juegan negras. ¿Tablas?, No, el blanco tiene una maniobra ganadora.
Juegan las negras, y los módulos de análisis dicen que ganan las blancas. ¿Alguna idea? No es fácil, hay que decir que a un GM se le pasó pero las blancas tienen un maniobra ganadora.

En la última ronda, Hipólito Asis aunque ya tenía la partida ganada, remató con una gran jugada.

¡Qué bonito! 62. ..., Cc3+ 63. bxc3, f4
¡Qué bonito! 62. ..., Cc3+ 63. bxc3, f4
¡Si señor!, Cc3 y después de bxc3, f4 las blancas no pueden parar simultáneamente todos los peones perdiendo la partida.

¡Qué bonito! Así da gusto ver jugar al ajedrez. Quizás deberíamos fijarnos menos en el ELO y en el nombre de los jugadores y más en las jugadas.



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